Vivimos acelerad@s (aunque no sepamos a dónde vamos)
Vivimos en una era donde el tiempo parece correr más rápido que nunca. Nos despertamos con el celular en la mano, revisamos mensajes antes de ir al baño, desayunamos apurados mientras escuchamos un podcast en 1.5x y respondemos correos con media mente. Estamos en mil cosas al mismo tiempo, pero rara vez en nosotros.
El ritmo moderno nos ha convencido de que estar ocupados es sinónimo de éxito. Que la productividad es más valiosa que el descanso. Que quien “hace más” vive mejor. Pero… ¿quién dijo que estar ocupad@ es lo mismo que estar viv@?
Entre tanto hacer, se nos olvida simplemente ser. Y con ello, se nos escapa el regalo más simple y poderoso: El momento presente.
El lujo silencioso de habitar el ahora
Hace unos años, el lujo era tener cosas: autos, ropa, viajes. Hoy, en un mundo saturado de estímulos, el verdadero lujo es tener espacios de silencio, paz interior, claridad. Hoy, el lujo es tener tiempo sin pantalla. El lujo es poder respirar sin prisa. Comer sin distracciones. El lujo es caminar sin audífonos. El lujo es poder mirar a alguien sin sentir que tienes que “responder algo urgente”.
Y es que, aunque suene sencillo, estar presente requiere valentía. Valentía para pausar. Valentía para sentir. Valentía para decir “esto es suficiente, por ahora”.
¿Por qué nos cuesta tanto estar presentes?
La presencia no es difícil por falta de herramientas, sino por exceso de distracciones. Vivimos en automático porque es más cómodo. Porque enfrentar el presente —con todo lo que implica: emociones, vacíos, dudas— puede ser incómodo.
Nos enseñaron a evitar el silencio. A llenar cada espacio vacío con ruido. A evitar sentir, mirar hacia dentro, hacernos preguntas reales.
Estar presentes nos enfrenta a lo que somos sin filtros. Y eso, aunque transformador, no siempre es fácil.
Pero aquí viene lo bello: no se trata de estar presentes todo el día, todos los días. Se trata de volver. Volver a ti. Una y otra vez.
5 rituales cotidianos para volver al presente (sin apps, sin fórmulas)
No necesitas ir a Bali ni tener un cuarto de meditación con sal del Himalaya. Solo necesitas presencia. Aquí te van prácticas simples que puedes integrar sin complicarte:
1. Respira con intención antes de responder
Antes de abrir ese mensaje de WhatsApp que sabes que puede desestabilizarte… respira. Tres inhalaciones profundas. Exhala lento. Estás aquí. Ahora sí, responde desde la calma.
2. Enciende una vela con propósito
No es solo para que huela bonito. Es para recordarte que puedes encender luz en ti. Di en voz baja (o en tu mente): “Enciendo esta vela para recordarme que puedo regresar a mí.”
3. Mira a los ojos de quien amas
Hazlo. De verdad. Aunque sea 10 segundos. Sin hablar. Sin celular. Sin multitasking. Ver a alguien también es un acto de presencia.
4. Cambia el “tengo que” por “elijo”
No es “tengo que trabajar”, es “elijo trabajar hoy para sostener mi vida”. Ese pequeño cambio te ancla al presente con conciencia.
5. Haz una pausa entre cada actividad
Terminas algo… y antes de correr a lo siguiente: Cierra los ojos 5 segundos. Siente tus pies. Respira. Presente. Ahora sí: siguiente paso.
Lo que hacemos en Esencia y Presencia no es casualidad…
Cada episodio, cada producto, cada palabra que sale al aire está diseñada para invitarte a este regreso. A ti. A tu centro. A tu momento.
No hablamos por hablar. No vendemos por vender.
Hablamos desde lo que sentimos. Creamos desde lo que también necesitamos.
Por eso existen nuestras velas, nuestros journals, nuestras láminas decorativas, nuestras playeras con intención. No para llenar espacios vacíos, sino para acompañarte a llenarlos tú. Con tu propia voz. Tu propia energía.
Queremos recordarte que tu esencia ya está completa. Y que tu presencia tiene un valor sagrado.
Reflexión final
Te dejamos una pregunta para cerrar: ¿Cuántos momentos de hoy viviste realmente?
No para que te castigues. Sino para que te observes. Y si no viviste ninguno… está bien. Porque puedes volver. Ahora. Aquí.
Ya estás en casa.
¿Y tú, qué haces para regresar a ti?
Cuéntanos en comentarios, compártelo con alguien que necesite leer esto, o simplemente guarda este texto para cuando necesites volver.
Porque el lujo no está en lo que tienes, sino en cómo habitas lo que ya eres.
¿Y si el verdadero lujo es estar presente?
Vivimos acelerad@s (aunque no sepamos a dónde vamos)
Vivimos en una era donde el tiempo parece correr más rápido que nunca. Nos despertamos con el celular en la mano, revisamos mensajes antes de ir al baño, desayunamos apurados mientras escuchamos un podcast en 1.5x y respondemos correos con media mente. Estamos en mil cosas al mismo tiempo, pero rara vez en nosotros.
El ritmo moderno nos ha convencido de que estar ocupados es sinónimo de éxito. Que la productividad es más valiosa que el descanso. Que quien “hace más” vive mejor. Pero… ¿quién dijo que estar ocupad@ es lo mismo que estar viv@?
Entre tanto hacer, se nos olvida simplemente ser.
Y con ello, se nos escapa el regalo más simple y poderoso:
El momento presente.
El lujo silencioso de habitar el ahora
Hace unos años, el lujo era tener cosas: autos, ropa, viajes. Hoy, en un mundo saturado de estímulos, el verdadero lujo es tener espacios de silencio, paz interior, claridad.
Hoy, el lujo es tener tiempo sin pantalla.
El lujo es poder respirar sin prisa. Comer sin distracciones.
El lujo es caminar sin audífonos.
El lujo es poder mirar a alguien sin sentir que tienes que “responder algo urgente”.
Y es que, aunque suene sencillo, estar presente requiere valentía.
Valentía para pausar.
Valentía para sentir.
Valentía para decir “esto es suficiente, por ahora”.
¿Por qué nos cuesta tanto estar presentes?
La presencia no es difícil por falta de herramientas, sino por exceso de distracciones.
Vivimos en automático porque es más cómodo. Porque enfrentar el presente —con todo lo que implica: emociones, vacíos, dudas— puede ser incómodo.
Nos enseñaron a evitar el silencio.
A llenar cada espacio vacío con ruido.
A evitar sentir, mirar hacia dentro, hacernos preguntas reales.
Estar presentes nos enfrenta a lo que somos sin filtros.
Y eso, aunque transformador, no siempre es fácil.
Pero aquí viene lo bello: no se trata de estar presentes todo el día, todos los días.
Se trata de volver.
Volver a ti.
Una y otra vez.
5 rituales cotidianos para volver al presente (sin apps, sin fórmulas)
No necesitas ir a Bali ni tener un cuarto de meditación con sal del Himalaya.
Solo necesitas presencia. Aquí te van prácticas simples que puedes integrar sin complicarte:
1. Respira con intención antes de responder
Antes de abrir ese mensaje de WhatsApp que sabes que puede desestabilizarte… respira.
Tres inhalaciones profundas.
Exhala lento.
Estás aquí.
Ahora sí, responde desde la calma.
2. Enciende una vela con propósito
No es solo para que huela bonito. Es para recordarte que puedes encender luz en ti.
Di en voz baja (o en tu mente): “Enciendo esta vela para recordarme que puedo regresar a mí.”
3. Mira a los ojos de quien amas
Hazlo. De verdad.
Aunque sea 10 segundos.
Sin hablar.
Sin celular.
Sin multitasking.
Ver a alguien también es un acto de presencia.
4. Cambia el “tengo que” por “elijo”
No es “tengo que trabajar”, es “elijo trabajar hoy para sostener mi vida”.
Ese pequeño cambio te ancla al presente con conciencia.
5. Haz una pausa entre cada actividad
Terminas algo… y antes de correr a lo siguiente:
Cierra los ojos 5 segundos.
Siente tus pies.
Respira.
Presente.
Ahora sí: siguiente paso.
Lo que hacemos en Esencia y Presencia no es casualidad…
Cada episodio, cada producto, cada palabra que sale al aire está diseñada para invitarte a este regreso.
A ti. A tu centro. A tu momento.
No hablamos por hablar.
No vendemos por vender.
Hablamos desde lo que sentimos.
Creamos desde lo que también necesitamos.
Por eso existen nuestras velas, nuestros journals, nuestras láminas decorativas, nuestras playeras con intención. No para llenar espacios vacíos, sino para acompañarte a llenarlos tú. Con tu propia voz. Tu propia energía.
Queremos recordarte que tu esencia ya está completa.
Y que tu presencia tiene un valor sagrado.
Reflexión final
Te dejamos una pregunta para cerrar:
¿Cuántos momentos de hoy viviste realmente?
No para que te castigues.
Sino para que te observes.
Y si no viviste ninguno… está bien.
Porque puedes volver.
Ahora.
Aquí.
Ya estás en casa.
¿Y tú, qué haces para regresar a ti?
Cuéntanos en comentarios, compártelo con alguien que necesite leer esto, o simplemente guarda este texto para cuando necesites volver.
Porque el lujo no está en lo que tienes, sino en cómo habitas lo que ya eres.